Tengo de mi lado a un ser imponente y todopoderoso: Jesucristo. Él es mi guía, mi fortaleza y mi respaldo inquebrantable. En todo momento lo defenderé, sin importar las circunstancias, porque sé que su presencia me da confianza y valor. Su poder me acompaña en cada paso que doy, y gracias a Él no temo enfrentar ningún desafío.
Ahora ha llegado el momento de actuar, de salir a darlo todo y demostrar de qué estoy hecho. Es tiempo de entrar en la competencia con la determinación de quien sabe que no está solo, sino que cuenta con un aliado divino a su lado. Con fe en el corazón, me preparo para luchar, para avanzar y no retroceder.
Tomo la pelota con decisión, listo para enfrentar lo que venga. No hay espacio para la duda ni para el miedo cuando sabes que tienes a Cristo como compañero en esta batalla. Con Él a mi lado, estoy dispuesto a dar lo mejor de mí, a pelear con todo el espíritu y la pasión que llevo dentro. ¡Es el momento de actuar, de competir con valentía y con el respaldo del cielo! ¡Vamos con todo!
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